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Nota: En esta guía se tratan los conceptos de forma general y sin enfocarse en una marca o modelo concreto, aunque se puedan mencionar en algún momento. Pueden existir diferencias importantes en los procedimientos de calibración o ajuste entre diferentes marcas y modelos, por lo que se recomienda consultar el manual del fabricante antes de leer esta guía.
La temperatura de impresión de un determinado filamento no sólo depende del tipo de material, sino también de las condiciones de impresión. La velocidad de impresión, el diámetro del nozzle, el tipo de extrusor o la distancia entre éste y el hotend, afectan considerablemente a la temperatura óptima de impresión. Es por esto que los fabricantes suelen facilitar un rango de temperaturas, en lugar de una temperatura concreta.
Es un concepto erróneo hablar de la temperatura óptima de impresión para un determinado filamento. Dentro del rango de temperaturas que tolera un determinado material, existirán distintas temperaturas óptimas en función de los requerimientos finales de la pieza. Por ejemplo, la temperatura óptima para obtener el mejor acabado de la pieza, puede no ser la óptima para obtener la máxima resistencia mecánica. Es por esto que para determinar nuestra temperatura óptima de impresión para un determinado material, es necesario tener claro qué propiedades finales requiere la pieza.
A la hora de determinar la temperatura óptima de impresión, lo primero es definir la prioridad de la pieza final: Acabado estético o funcionalidad mecánica
Para determinar la temperatura óptima priorizando calidad de acabado, es necesario imprimir un modelo que incluya al menos un puente y un voladizo a distintas temperaturas y determinar la temperatura que proporciona mejor acabado. Existen múltiples ejemplos de modelos en repositorios de internet, en general denominados cómo torre de calibración de temperaturas.
A la hora de escoger las temperaturas, se deberá consultar el rango de temperaturas de impresión recomendado por el fabricante. Lo ideal es evaluar todo el rango de temperaturas a intervalos de 5 ºC o 10 ºC. Además se recomienda evaluar también 10 grados por encima y por debajo del rango, debido a las diferencias que puede haber entre las impresoras del fabricante y del usuario.Por ejemplo, si para un determinado material el fabricante especifica un intervalo de temperaturas de impresión entre 220 ºC y 250 ºC, se deberán evaluar las siguientes temperaturas: 210 ºC, 220 ºC, 230 ºC, 240 ºC, 250 ºC y 260 ºC.
Una vez impresas las muestras, se deberá valorar cual proporciona una mejor calidad y acabado, prestando atención a los siguientes aspectos:
Cuando la prioridad sea optimizar el comportamiento mecánico de la pieza, se debe tratar de conseguir la máxima adhesión entre capas. Para ello es necesario imprimir probetas estandarizadas a diferentes temperaturas (al igual que en el caso anterior) y ensayarlas. Generalmente mayor temperatura producirá mejor adhesión entre capas, por lo que si no es posible ensayar las probetas, es recomendable trabajar en el límite superior del rango proporcionado por el fabricante.
En impresoras correctamente calibradas, generalmente las temperaturas más bajas del intervalo facilitado por el fabricante producirán una mejor acabado de las piezas, a costa de una cohesión menor entre capas. Las temperaturas más elevadas garantizarán una óptima adherencia entre capas aunque también proporcionarán un peor acabado, especialmente en puentes y voladizos.
Muchos materiales presentarán además un punto dulce, es decir, una temperatura a la cual las propiedades mecánicas y el acabado superficial sean casi óptimos. Para determinar esta temperatura es necesario realizar los dos ensayos anteriores y comprobar si existe alguna temperatura común en la cual las propiedades mecánicas estén próximas al valor máximo y el acabado superficial sea bueno.
La temperatura de impresión, además de a la calidad estética y mecánica de la pieza, también afecta al acabado de esta. Tanto el color como el acabado de la pieza pueden variar en función de la temperatura de impresión. Mayores temperaturas producirán un mayor brillo en la superficie de las piezas, mientras que las temperaturas más bajas producirán acabados mates o satinados. El mayor o menor brillo de la pieza hará que también varíe la percepción del color.
Como se comentó anteriormente, los materiales no poseen una temperatura adecuada de impresión, sino de un rango de temperaturas dentro del cual el material puede ser impreso dando lugar a piezas con diferentes propiedades. Sin embargo, cuando la temperatura está fuera de este rango, empiezan a aparecer problemas que pueden provocar fallos de impresión. Es necesario distinguir entre problemas provocados por un exceso de temperatura o por un déficit.
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